martes, 14 de julio de 2009

NOTA EN EL DIARIO "CRITICA" sobre "DIAMANTES EN EL BARRO"

Domingo 12 de Julio de 2009
Diario Crìtica, secciòn Cultura, pàgina 30
Por Javier Sinay
Nelly Benítez, escritora y directora de la murga los guardianes de mugica
La villa tiene diamantes en el barro

Acaba de publicar su primer libro donde relata su experiencia villera. Las dificultades prácticas para escribir, su admiración por el sacerdote asesinado por la Triple A y los esfuerzos para mantener sus proyectos independientes de los poderes de turno.


Admiración. Nelly Benítez era una niña cuando el padre Mugica fue asesinado. Quiso homenajearlo en la murga que fundó.
En su casa de la Villa 31, Nelly Benítez recita los versos del poema “La calumnia”, de Rubén Darío, y su voz se alza sobre los ladridos de sus tres perros que, recelosos, se corretean en el patio de tierra, y por sobre el ruido de los camiones que pasan cerca. “Puede una gota de lodo sobre un diamante caer / Puede también de este modo su fulgor oscurecer / Pero aunque el diamante todo / se encuentre de fango lleno / el valor que lo hace bueno / no perderá ni un instante / Y ha de ser siempre diamante / por más que lo manche el cieno”. Las mismas líneas sirven de epígrafe para Diamantes en el barro, el libro que ella escribió y que Eloísa Cartonera acaba de publicar. Varios ejes recorren sus páginas: la referencia a la murga de Los Guardianes de Mugica, que Nelly fundó y dirige; los recuerdos del padre Carlos Mugica, el cura tercermundista asesinado que hizo obra en este barrio; y la historia de la propia Villa 31. Cuando los recursos económicos escasean, o los punteros del barrio le juegan en contra a Los Guardianes, o el establishment de la murga porteña los ignora, esas líneas son un refugio: “Por eso el título del libro tenía que ser Diamantes en el barro”, dice ella.

Ya en 2002 Nelly tenía la idea de escribir el libro. “Desde que nació la murga, en 1999, todos los que se acercaban me preguntaban las mismas cosas sobre Los Guardianes y sobre la villa, con mucha curiosidad. Entonces pensé en escribir la historia”. Como un sueño cumplido, siete años más tarde Los Guardianes de Mugica pudieron presentar el trabajo a puro bombo en la Feria del Libro. De los 463 ejemplares impresos, la mitad ya ha sido vendida (se consiguen en las librerías de Ediciones Paulinas, Patria Grande y Madres de Plaza de Mayo), cada uno único e irrepetible: las tapas, siguiendo la receta de Eloísa Cartonera, están hechas con cartón y pintadas a mano. “Usar lo que tira la gente para darle vida a un libro me pareció fascinante”, cuenta la directora.

Nelly es un personaje singular y sus memorias dejan claro que no se rinde fácil. Nació en el pueblo de La Eduvigis, en la provincia de Chaco, y llegó con su familia a la Villa 31 en 1969, cuando tenía un año. Para entonces, el padre Mugica ya era uno de los referentes sociales del barrio. Cuando Nelly tenía cinco años, una presunta brigada de la Triple A lo asesinó, pero su acción social había dejado una huella en esa niña de la villa: “Tanto hablaban del cura que yo tenía muchas ganas de ver a ese personaje que sería más o menos como el Zorro, el héroe favorito de mi infancia. Así que la primera vez que lo vi, realmente me pareció ver a un ángel”, escribe hoy Nelly. Y confiesa que el comentario recibido que más le gustó llegó de adentro de la murga: “Uno de los chicos me dijo que creía que todo lo que hice en mi vida fue un camino que desemboca en Los Guardianes de Mugica”.

Es que ella quiso evocar la obra de Mugica cuando fundó la murga, diez años atrás, y hoy asegura que nunca transaron con nadie. “Pareciera que sin el apoyo de un partido no se puede hacer nada, pero acá nosotros demostramos que no es así. Por eso hay muchos que nos tienen bronca adentro del barrio”, se enorgullece.

Pero aparte del relato que cuenta en primera persona lo que es vivir 40 años en la villa y más allá de su valor como contundente manifiesto militante, tal vez haya algo más en Diamantes en el barro que lo haga especial. Nelly Benítez es la única autora villera de la que se tiene memoria en mucho tiempo (¿o acaso la única en la historia?). Y las letras argentinas −cuyos escritores marginales han surgido del conventillo, del barrio bajo y del orfanato− necesitan, hoy más que nunca, autores villeros. “Tenemos abogados, médicos y dentistas adentro de la 31, pero escribir quizás suena a mucho”, dice ella. Y aclara que el verdadero problema es hacerse de los medios, algo inimaginable para los estudiantes de Letras: “Yo pensé que era fácil escribir un libro, pero no. Como no tenía computadora, escribía a mano y después lo pasaba en la casa de mi hermana, en Ezeiza”.

Sin embargo, al momento de sentarse frente a la máquina las palabras fluían como en una sopa de letras. Nelly escribe con la voracidad de los que han aprendido de todo lo que les cayó entre las manos. Y si Roberto Arlt hablaba de la “prepotencia del trabajo”, ella debería sentirse practicante de una prepotencia de la lectura: “Me leo todo en el kiosco de diarios donde trabajo. También me gustan mucho los libros de historia y las biografías: la del padre Mugica, la de Catalina de Rusia, la de Marilyn Monroe y el Diario de Ana Frank”. Además, cursó estudios de periodismo, locución y derecho, guiada por un amor al conocimiento que le inculcaron las maestras de la primaria. Aquella escuela quedaba “del otro lado”, en Barrio Norte, y era la que Nelly tenía más cerca luego de que la dictadura (en su campaña de erradicación de la villa) acabara con las tres que había en su barrio. En Barrio Norte conoció a los “mantequitas”, los nenes de clase media y alta que le cambiaron la forma de ver las cosas: “Tener contacto con ellos me abrió la cabeza, pero también es verdad que había mucha discriminación hacia los chicos de la villa”. Luego de terminar séptimo grado, Nelly tuvo que salir a trabajar, pero nunca abandonó la idea de estudiar y a los 18 años se anotó en una nocturna. “Está bueno salir del barrio y encontrarse con el mundo que existe más allá. Porque si te quedás acá está todo bien… ¿y qué ganas vas a tener de superarte?”.
http://www.criticadigital.com.ar/tapaedicion/diario493enteroparaweb.pdf